Día 55
Miércoles, 18 de enero del 2017
Capítulo 27
Última sesión
Celda, base UIE, 12:50 h
Hubert y Kimberly habían dedicado los últimos veinte años en prepararse.
Se habían formado y posicionado poco a poco en cargos públicos al servicio del gobierno de turno, sin estridencias y con la paciencia que tantas veces Hubert le había pedido a Kimberly. En ese tiempo habían averiguado cómo funcionaban los entresijos del poder, aunque no se habían aliado con nadie, salvo con Artis. Casualmente, habían dado con unos muchachos con habilidades extraordinarias, y, a partir de ese momento, los acontecimientos se habían precipitado a gran velocidad. No formaba parte de su plan inicial, pero esa era una oportunidad única. Kimberly, al menos, no pensaba desperdiciarla, aunque Hubert insistiera tanto en que debían actuar con suma prudencia.
La visita de Jane, definitivamente, lo había cambiado todo. De prudencia nada, porque, aunque Hubert no lo reconociera, ya no había marcha atrás. Habían llegado demasiado lejos. A Kimberly le costaba aceptar que un ser tan inteligente como Hubert no fuera capaz de ver que no tenían otra alternativa que la de seguir adelante a tumba abierta. Pero sí coincidía plenamente con él en que necesitaban aliados a pleno rendimiento. Artis continuaba en la costa este, pero Sheldon estaba ahí, en esa celda, al otro lado del espejo de la sala en la que Kimberly manejaba los ordenadores.
No tenían más remedio que acelerar el proceso.
Y Kimberly empezó con una nueva sesión de descargas.
Esta sería la última sesión, así que ajustó los sistemas informáticos para aplicar a Sheldon un tratamiento que, posiblemente, no resistiera.
Fueron únicamente treinta minutos, pero de una intensidad brutal. Algunas agujas inyectaban fluidos, otras inducían ondas electromagnéticas, los sensores enviaban imágenes al cerebro y las placas aplicaban corrientes eléctricas de diferente voltaje y de forma intermitente. Y todo el tratamiento se basaba en cálculos precisos y preprogramados.
Un ser humano corriente, por muy fuerte que fuera, habría fallecido. Su cuerpo no habría soportado tanto dolor y su cerebro se habría trastornado irreversiblemente; sin embargo, Sheldon sobrevivió porque no era íntegramente un ser humano.
Al finalizar el tratamiento, Kimberly lo sedó. Sus constantes vitales permanecían estables. Cuando despertara, Sheldon no sería el mismo, aunque habría que comprobar cómo le había afectado el tratamiento y en qué se había convertido.
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