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Viernes, 5 de julio del 2013

Capítulo 17

Las Vegas, callejuela, 00:30 h

Veinte minutos antes de las dos horas límite, Rachel recibió una llamada.

Y veinte minutos después, un vehículo se detuvo en una calle escasamente iluminada para uno de los fastuosos apelativos de Las Vegas: la ciudad de la luz.

Nadie transitaba por esas calles a esa hora de la madrugada.

Linda y Ross se bajaron del coche y observaron los alrededores.

Un cuerpo tirado en el suelo, inerte, yacía en el suelo apoyado contra la pared de un edificio desvencijado y repleto de grafitis.

Linda caminó hacia ese cuerpo; Ross, tras ella.

Linda se acuclilló y le tomó el pulso. Hizo un gesto de asentimiento a Ross.

Viva.

Las dos de la madrugada. Habían transcurrido treinta y seis horas desde el secuestro de Karen. En esta ocasión, las estadísticas tampoco se equivocaban.

Olvídate de todo esto_(W).jpg

Linda inspeccionó el cuerpo de Karen: las piernas, los brazos, el cuello, el torso… Ross se agachó y estiró sus brazos, pero Linda rechazó su ayuda. Levantó a Karen ella misma. Con dificultades. Un cuerpo menudo pero firme, el de Linda, agarró a otro igual de menudo pero laxo, el de Karen.

Según se aproximaban al coche, la luz de una farola iluminó a Karen. Linda se detuvo y la observó con detenimiento.

Inconsciente.

Demacrada.

Manchada de sangre.

La ceja izquierda abierta.

La barbilla cortada.

La mejilla derecha inflamada.

El tabique nasal desviado.

Marcas de dedos en el cuello.

Una paliza.

Una paliza brutal.

Torturada por un hombre incapaz de aceptar que una mujer le aventajara en algo, por un hombre que se había convencido a sí mismo de la necesidad de infligir un castigo a esa mujer porque intentaba descubrir el paradero de otra. El de Amanda.

Al menos, Steven había cumplido su parte, no por una cuestión de honor, sino por las consecuencias que conllevaban la presencia de cien agentes federales en un casino propiedad de la familia Maldini.

Ahora faltaba cumplir la parte que había formulado Rachel: nada de policía, marcharse de la ciudad y olvidarse del asunto.

Lo primero estaba claro: policía no.

Lo segundo también: marcharse al día siguiente o en cuanto Karen se encontrara con fuerzas para viajar.

Lo tercero…

Rachel sí regresaría a Washington D. C. lo antes posible. Allí en Las Vegas ya nada la retenía. Se había vuelto a quedar sin hermana una vez más, así que intentaría olvidarse de todo el asunto. La vida continuaba y las páginas había que pasarlas, aunque doliera.

Lo tercero…

«Olvídate de todo esto».

Ross no lo olvidaría.

Linda tampoco.

Y Karen menos.

Y Jake…

Jake haría lo que sus amigas quisieran.

Lo que quisieran…

…, todo lo que quisieran…

… y nada más que lo que quisieran.

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